El invernadero fue inventado en el siglo XVII por un botánico y médico italiano llamado Máximo Trigoni. El diseño del invernadero de Trigoni se basó en la idea de una estructura cerrada que permitía mantener el calor dentro de la estructura mediante la utilización de cristales para aislarla. Esta estructura también ayudaba a recoger la luz solar para que las plantas crecieran mejor, lo que permitía cultivar plantas exóticas durante los meses más fríos del año. La utilización de estos primeros invernaderos permitió el desarrollo de investigaciones botánicas, además de permitir el cultivo de plantas en áreas donde antes no era posible. Esto contribuyó significativamente al avance de la agricultura moderna.